jueves, 4 de diciembre de 2014

APRENDIZAJE Y MEMORIA


El aprendizaje es el foco de mayor interés en la etapa escolar puesto que se trata de un período en el que el cerebro humano está preparado para desarrollar numerosas conexiones que posteriormente se convertirán en redes estables del conocimiento y que darán lugar a nuestra memoria. El aprendizaje será, pues, desde el punto de vista conductual un proceso mediante el cual somos capaces de adquirir un nuevo comportamiento, conocimiento o habilidad y desde el punto de vista cerebral será el proceso mediante el cual diferentes grupos neuronales de diferentes áreas cerebrales se conectan al unísono para crear una red estable temporalmente hasta que el ejercicio y la repetición conviertan dicha red en estable permanentemente.

Desde el punto de vista cerebral el aprendizaje va a permitir una generación de nuevas neuronas cerebrales así como de nuevas conexiones dendríticas que van a crear una red neuronal cada vez más amplia y compleja de áreas interconexionadas y bien establecidas. Esta red neuronal permitirá integrar de forma rápida y eficaz nuevas informaciones, por lo que el aprendizaje puede ser entendido, desde el punto de vista cerebral, como producto de la interacción entre la información nueva y la ya asimilada, es decir la red neuronal ya establecida se beneficiar apá del nuevo estímulo y el cerebro no tendría por qué establecer una nueva red neuronal para cada nuevo aprendizaje.


Un buen aprendizaje es aquel que permite desarrollar cada vez más conexiones entre diferentes áreas cerebrales,  que facilite la integración de dichas conexiones dentro de una red neuronal y que esta red sea partícipe de redes anteriores consolidadas. Ello, permitirá, por un lado, favorecer la velocidad del aprendizaje, al tener el cerebro una base neuronal en la que apoyar los nuevos conocimientos y por otro una mejora en la calidad de análisis, asociación, evitación del error, toma de decisión y en última instancia de resolución de problemas y de adaptación a los diferentes entornos ambientales en los que el niño se desenvuelve.


Este enfoque cerebral del aprendizaje nos lleva a entender el mismo como un proceso dinámico en el que el cerebro está en constante funcionamiento, analizando, asociando, elaborando nuevas conexiones cerebrales, afianzando las que están muy experimentadas, lo que confiere a nuestro cerebro una gran capacidad de adaptación al medio, una gran agilidad para la toma de decisiones, una gran eficacia en el proceso de aprendizaje y una gran capacidad  para analizar nuevas situaciones y conductas. Disponemos de un cerebro que es feliz analizando y comparando situaciones nuevas, por lo que una enseñanza en la que se le presenta al cerebro nuevas y variadas alternativas será mucho mejor que aquella en la que el cerebro tenga que dar siempre un mismo tipo de respuesta, aunque ésta sea siempre correcta.


En el año 1949, Hebb publica "La organización de la conducta", introduciendo una serie de conceptos nuevos que aún hoy, con ciertas modificaciones continúan vigentes. En esa misma línea los estudios de Kandel sobre la memoria a largo plazo proporcionan un auge importante en el estudio de las bases neurofisiológicas de la memoria. Tras largos años en busca del engrama, Lashley concluye que la extirpación de grandes áreas del cerebro del animal no interfiere con la realización de memorias específicas. Por lo tanto, o bien la memoria no es localizable en el cerebro dentro de una zona específica o, por el contrario, las huellas mnésicas son estructurales, pero tan difusas, que permiten que amplias lesiones no perjudiquen la ejecución de los animales.


Ante estas afirmaciones, Hebb plantea tres supuestos básicos:

  1. Las huellas de la memoria, la base del aprendizaje, de algún modo son estructurales y estáticas.
  2. La persistencia o repetición de una actividad reverberante tiende a introducir cambios celulares duraderos que aumentan su estabilidad.
  3. Esta repetición da lugar lentamente a la formación de una agrupación de células ( la red neuronal ) que puede actuar como un sistema cerrado tras la estimulación y formar la huella de la memoria.
Por último Scoville y Milner descubren casualmente en 1957 que la extirpación bilateral del hipocampo produce una amnesia persistente en el paciente tras la operación. Este hallazgo, vital en el transcurso de la historia de la neuropsicología, demuestra que una estructura específica del cerebro influye de forma determinante en el proceso mnésico.

La contribución del hipocampo a la memoria, tras más de 50 años de investigación intensiva, continúa siendo un problema no resuelto. Los estudios con pacientes amnésicos a menudo reciben críticas por la poca seriedad de la investigación al mezclar sujetos con diversas patologías lo cual, más que clarificar la situación, aumenta la confusión por generar una gran cantidad de datos de difícil interpretación. Scoville informa por primera vez en 1957 de que la extirpación de la zona medial de los lóbulos temporales, que incluye a su vez las dos terceras partes del hipocampo, produce una amnesia severa en su paciente H.M. Tras 16 años de estudio intensivo para delinear las características cualitativas y cuantitativas del trastorno de memoria hipocámpico, los resultados fueron los siguientes: amnesia anterógrada muy severa y amnesia retrógrada ciertamente más leve, afectando principalmente a los acontecimientos cercanos a la operación. La memoria a corto plazo (MCP) no está afectada, pero tras un corto intervalo de tiempo, en el que se evita el repaso de los materiales empleados, el recuerdo decae, mostrando una gran sensibilidad a la distracción.

Referencia Bibliográfica: Ortiz, Tomás. Neurociencia y educación. 2011














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